la infraestructura verde se define como una red de tierras naturales o seminaturales planificadas estratégicamente y administradas, como bosques y humedales, paisajes de trabajo y otros espacios abiertos que conservan o mejoran los valores y funciones de los ecosistemas y proporcionan beneficios asociados a las poblaciones humanas. Asimismo, la infraestructura verde pretende:
- Proteger el estado de los ecosistemas y la biodiversidad;
- Mejorar el funcionamiento de los ecosistemas y promover sus servicios;
- Promover el bienestar social y la salud de las personas;
- Sostener el desarrollo de la economía verde y la gestión sostenible del territorio y el agua.
Hoy en día, el verde urbano debe entenderse como una infraestructura ecológica y herramienta estratégica, que actúa como un elemento estructurador de las funciones ecológicas necesarias en la ciudad. Los procesos naturales en las ciudades son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico en estas, así como la capacidad autogenerativa de los propios ecosistemas que benefician a las sociedades humanas de sus diferentes servicios ecosistémicos (SSEE). Tales SSEE que conforman la unidad funcional básica de la naturaleza y se agrupan en cuatro tipos distintos:
- de regulación: son beneficios derivados de la regulación de los procesos locales y globales del ecosistema (ej. Regulación del clima, la polinización, control del suelo…)
- de aprovisionamiento: productos obtenidos del ecosistema (ej. Alimento, agua, madera, combustible)
- culturales: beneficios inmateriales obtenidos del ecosistema (ej. Espiritual, educación…)
- de soporte: necesarios para el funcionamiento del ecosistema (ej. Biodiversidad y producción primaria).
En este sentido, se destaca la importancia de las áreas verdes urbanas en optimizar la calidad ambiental ecológica, hacer la ciudad más fértil y dotarla de mayor resiliencia ante los retos climáticos de futuro, proporcionar servicios ambientales, sociales y económicos (figura1), la creación de empleo verde, abordar las amenazas a las que se enfrenta la biodiversidad por la fragmentación y perdida de hábitats a la vez que prevenir los efectos severos del efecto ‘’isla de calor’’ como amenaza global critica a la que se enfrentan las ciudades mediterráneas.
Figura 1: Co beneficios de las áreas verdes en el territorio urbano.
Las ciudades mediterráneas son especialmente vulnerables al cambio climático debido a su proximidad al mar, entre otros factores. La medición del nivel del mar y su temperatura de superficie es vital para la adaptación de estas áreas, para evaluar el efecto en las ciudades (olas de calor, etc.), y para diseñar la expansión y mejora de áreas verdes y espacios sostenibles y multifuncionales. Además, un estudio sobre la calidad de la vegetación de jardines y parques públicos, incluida la abundancia de plantas nativas, permitiría un mantenimiento sostenible y ayudaría también a disminuir la temperatura promedio de las ciudades mediterráneas.
Si bien a la hora de actuar con soluciones verdes es crucial contar con una gobernanza adaptativa que garantizaría unas intervenciones flexibles y sostenibles, implicando la ciudadanía en el diseño, implantación y mantenimiento de las áreas verdes en la ciudad y en la mejora del conocimiento sobre los SSEE, además de contar también con un sistema de indicadores de evaluación que permitiría poner de manifiesto la bondad y eficacia de este tipo de intervenciones.
Por último, nuestra empresa Sfera Proyecto Ambiental apuesta por el fomento de este tipo de soluciones en colaboración con varios ayuntamientos, seleccionando y analizando los posibles espacios verdes en las ciudades españolas con el fin de orientar, facilitar y asegurar una correcta y sostenible intervención.